“El planteamiento de Nietzsche hizo comprender de repente que detrás de cada universalismo ético se podía esconder una convicción valorativa que solo era la expresión de una cosmovisión particular”Axel Honneth
Durante el proceso de consulta de la hidrovía amazónica pudimos observar que el modo de proceder de muchas federaciones indígenas era manifestar una cierta “conciencia de injusticia”, manifestada en varias situaciones, pero que señalaremos únicamente dos. La primera, cuando los indígenas no permitieron que el dragado sobrepasara una primera medida propuesta por el gobierno. “Ya nos perjudica bastante”, escuchamos. Suficiente. La segunda, cuando los indígenas no querían aprobar la consulta mientras no hubiera una plataforma de diálogo con el gobierno. Esta “conciencia de injusticia” es un “negativo de un orden moral institucionalizado”. Tiene la capacidad de potenciar las posibilidades de justicia, si tuviéramos la valentía de escuchar. Es propio de grupos oprimidos mantenerse más en sensaciones típicas de injusticia que en principios axiológicos que sean formulables de forma positiva.
Esta conciencia de injusticia no está disponible para todos los sujetos afectados, sino que están influidos y codeterminados por los múltiples mecanismos de dominio. Hoy señalaremos únicamente los procesos de exclusión cultural. Se trata de privar de los medios lingüísticos y simbólicos apropiados. Para ello se recurre a tres estrategias que manipulan la articulación de la injusticia social.
a) El sistema lingüístico, enseñado en la escuela, y propagado por los medios de comunicación, que formaliza y despersonaliza, dejando fuera del mundo de la comunicación a los pueblos indígenas. Una pregunta tan sencilla y tan pertinente como, qué es un río, queda orillada ‒cuando no ausente‒ privilegiando ostensiblemente la versión occidental, como la única posible.
b) Se regula, hasta incluso jurídicamente, las situaciones de desaprobación legítima. Si no aprueban la hidrovía amazónica, el gobierno se reserva la posibilidad de aprobarlo por su cuenta, siempre “en beneficio de la nación”, como si pueblos indígenas no fueran parte de la nación.
c) Se estratifican verticalmente los grados de importancia del discurso moral. A mayor nivel de representación, mayor peso público tiene las desaprobaciones morales. Los líderes indígenas se juegan su prestigio si no consiguen nada que llevar a sus comunidades. Lo que mete presión a la hora de negociar.
“Este proceso de robo de la lengua o ‘desverbalización’ está acompañado por un proceso de represión institucional de las tradiciones culturales y de los procesos de aprendizaje político de movimientos sociales de resistencia”. Son palabras de Honneth, pertinentes para ser leídas a la luz del proceso de consulta sobre la hidrovía amazónica.
No hay comentarios. :
Publicar un comentario