lunes, 23 de mayo de 2016

"SIENTO MUCHA PENA POR EL AGUA QUE YA NUNCA VA SER IGUAL"


Es impresionante como el Estado y las Empresas petroleras pretenden desconocer los múltiples daños  que  ellos mismos ocasionan tras los derrames ocurridos en la Amazonia.
A casi dos  años de cumplirse lo ocurrido en Cuninico, se siente la preocupación, con  la que la población convive diariamente. A pesar  que  el estado dice haber atendido a las comunidades afectadas ya nada es igual. Nadie les devolverá la tranquilidad y la felicidad con la que vivían antes del derrame de junio del 2014, de 2,600 barriles (versión de la misma empresa) por lo que consideran una alteración a la vida de las familias de esta comunidad. Como lo dice Dorcas Vásquez con lágrimas en los ojos: “siento mucha pena por el agua que ya nunca va ser igual, no podemos tomar y bañarnos igual,  porque tenemos miedo. Cuando tomamos el agua nos da dolor de barriga.  Aunque Petroperú dice que podemos tomar el agua, porque ya está limpia, nosotros sabemos que no es así. Cuando tomamos nos da comezón el cuerpo y nos duele la barriga.
Los niños y las niñas han observado
que la ración en sus comidas ha disminuido. Antes del derrame había un pescado en cada plato. Ahora tienen que compartir un pescado entre todos los miembros de la casa. Para pescar los padres, ahora tienen que irse muy lejos para conseguir algo. La quebrada de Cuninico, de donde  se abastecía  la comunidad y a otras provincias de la región Loreto ha sido contaminada con el petróleo.
No solo afectó gravemente en la alimentación, en el ingreso de la economía del hogar. Antes del derrame podían pescar en cantidad para comercializar y atender las otras necesidades de las familias. Cuninico era visitado por los comerciantes que compraban pescado de la zona para llevarlos a vender a Yurimaguas y San Martín. Ahora no hay para  comer menos para vender. ¿Cuánto tiempo tendrán que esperar los pobladores para ver nuevamente reproducirse sus cochas  en óptimas condiciones para el consumo humano? ¿No es acaso un derecho que la población y los niños y niñas de Cuninico se alimenten bien y puedan seguir bañándose en sus quebradas sin el temor de enfermarse?
Antes de que ocurrieran los derrames  de petróleo, los niños y las niñas de la comunidad solían nadar en el río. Eran momentos de encuentro de la familia y los amigos luego del trabajo cotidiano. Mientras las mamás lavaban la ropa en las balsas, ellos jugaban a las topaditas y a los encantados. Ya nada de eso  pueden hacer ahora. Cuando se meten a la quebrada les salen sarpullidos y manchas en el cuerpo y tienen miedo de hacerlo.

César Mozombite Celis es uno de los tantos moradores que se siente afectado en su salud. Nos dice: “Estamos preocupados porque hay muchas dificultades con la salud de la población”, “Yo, a veces me asusto por los cambios que se están dando en mi cuerpo sobre todo en mis manos, con mis uñas antes no era así”. “Mientras nos muestra las uñas nos cuenta que él acompañó en varias oportunidades a muchas Instituciones del estado hasta la zona del derrame sin ninguna protección y su cuerpo estuvo expuesto al contacto directo con el crudo. Al finalizar la conversación él dice: “estoy convencido  que mis uñas están enfermas a raíz del contacto con el crudo, por eso pedimos al estado que  atienda, porque nosotros también somos seres vivos, somos gente…..
                                                                                                                         Por: Rita Muñoz Ramirez.

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