Lo que comes…
La
diversidad para la imagen y los festivales
En
la comunidad de San Antonio Río Marañón, Distrito de Nauta, Provincia de
Loreto, vive la Sra. F. Yumbato, le detectaron diabetes no hace mucho. Ha
venido muchas veces a Nauta para pedir ayuda al Alcalde para gastos de su
tratamiento, pero el Alcalde de Nauta está siempre ocupado, tiene otras cosas “más
importantes que atender”. La salud de la Sra. F. Yumbato se deteriora cada día.
Que la gente no sepa dónde acudir en estos casos, habla de lo mal que trabaja
el Ministerio de Salud y que los discursos del gobierno siempre caen en saco
roto. Acudimos al centro de Salud de Nauta para pedir información sobre el
número de pacientes diabéticos y el tratamiento que reciben, dado que en los
últimos años nos hemos topado a cada paso con personas que padecen este mal,
pero el Centro de Salud está paralizado desde hace más de un mes, la persona
responsable del área está de vacaciones y la que ha quedado encargada no está
autorizada a brindar información.
Doña
F. Yumbato, incrementa la estadística de personas con este mal, una enfermedad
sistémica que no tiene cura y hay que aprender a prevenir. Le han aconsejado no
comer tallarín y arroz juntos, uno de los dos ingredientes y poco. O si come
yuca no probar el plátano o viceversa. Nada de masato. En pocas palabras, reducir
los alimentos con harina y almidón, limitar los niveles de azúcar y evitar, en
lo posible, los fritos y las grasas. Muchas personas con este mal que antes
estaban gord@s, sanas para los pueblos indígenas, ahora están casi huesos,
enfermas para los pueblos indígenas.
Viajando
en lancha que hace ruta Iquitos – Yurimaguas, un día cualquiera nos encontramos
con niños pequeños ‘desayunando’ galletas con gaseosa. Un repaso rápido a los
productos que venden en la bodega de la lancha nos da una certera visión: repleta
de gaseosas (te dan la comida con el pasaje pero no agua ni otra bebida) y
galletas, panchitos…
Otro
día cualquiera, al término del cobro del Programa Juntos quedan regados por el
suelo cientos de plásticos de botellas
de gaseosa y envolturas de galletas añadiendo un problema más a los ecosistemas
amazónicos.
Otro ‘programa’ gubernamental que brinda
desayunos a base de leche y galletas soda (vamos a suponer e imaginar que
enriquecida con alguna vitamina) y almuerzos consistentes en arroz, tallarín, legumbres
y portola (conserva de pescado). “Ya no
quiero ni oler esa comida mamita” dice Franquito, un niño de 5 años. Todos
los días lo mismo porque la diversidad de la comida peruana queda para los
festivales internacionales, sino, pregúntenle a Gastón, pero para dar de comer
a los escolares humildes, para ellos, siempre lo mismo. A ver si nos enteramos
bien del asunto: un país tan diverso necesita homogeneizarse a lo blanco, que
para eso presumimos de crecimiento económico. Nos ‘enseñan a comer’. De esta manera los estudiantes humildes de lunes
a viernes desayunan y almuerzan lo mismo, pero diferente de la comida que
ingerirían en sus casas. Ocurre que los niños se acostumbran a este tipo de
comida, aunque a muchos de ellos les produzca alergias los mismos enlatados de
todos los días.
De
lunes a viernes “aprenden” a comer
en el colegio, para eso es un lugar de enseñanza, no? (no está claro si es
también de aprendizaje dado los pésimos resultados educativos en la provincia
de Loreto), y el sábado y domingo comen más sano en sus casas. Enseñando que
las comidas indígenas no son del todo comidas, o al menos no las comidas de ‘un
peruano de estos tiempos’ extendiendo más la discriminación a las comidas
indígenas. Tal vez el objetivo sea el desprecio por nuestras raíces para ser
más volátiles y manipulables. Ya decía el impresentable ex presidente Alan
García Pérez, el “salvajismo” de los amazónicos se remedia con educación. Se
suma a esto un tipo de alimentos para un prototipo de ciudadanos que sostengan
el crecimiento económico como parte del mercado de consumo, no de beneficiarios
de este crecimiento. Hoy por la mañana hemos conversado con algunas madres que
preparan los alimentos de sus hijos con insumos del programa Qaliwarma. Esto es
lo que el programa tiene como insumos y raciones:
Lunes:
guiso de frejol y conserva de pescado
Martes:
guiso de arvejas con arroz y conserva de
pescado
Miércoles:
tallarín en salsa de tomate y conserva
de pescado
Jueves:
arroz con frijol y conserva de pescado
Viernes:
tallarín en salsa de tomate y conserva
de pescado
.
Madres: “esto es lo que recibimos: un poco de
arroz, fideos, pescado enlatado y el resto de los ingredientes tenemos que
ponerlo nosotras; ah…, también nos dan un poquito de aceite”. Para nosotras que
no tenemos como costear los gastos para completar los alimentos, resulta un
problema. Nuestros hijos no quieren comer lo mismo y por eso nos vemos
obligados a comprar otras cosas… En
muchas escuelas reciben el desayuno y almuerzo juntos entre las 9:30 y 10 de la
mañana. Muchos niños no acaban sus alimentos, primero porque están cansados de
comer lo mismo y segundo porque la cantidad de carbohidratos y conserva de
pescado, produce empacho en los niños (vómitos y rechazo a la comida). Quién se
encarga de que se hagan bien las cosas?
Lo
que sale en la TV de lo bonito del programa QALIWARMA está preparado para los
medios de comunicación, para aquellos que se someten a los boletines y
editoriales y las leen sin preocuparse quien las escribe o en conocer la verdad
de los pueblos ¿beneficiarios?.
Cuando
alguno de los chef peruanos de moda, Gastón Acurio o cualquier otro, llegan a
Iquitos lo primero que miran son los ingredientes. Ningún cocinero de renombre
admitiría comer todos los días lo mismo, y menos tantas harinas y almidones
(por eso de la diabetes de la que estamos hablando y otras enfermedades…).
Si
de comer sano se trata son las comidas indígenas las más sanas. La cocina de
nuestros pueblos se basa fundamentalmente en cocidos (pango), asados, al vapor
(envueltos en hoja), pocas frituras excepto la época de la taricaya y en que
los peces tienen harta grasa para cocinarlos con ella (en muchas ocasiones
asado). Poco aceite, aunque con la entrada del dinero en las comunidades, una
realidad con apenas 50 años, se ve a los niños acudir a la bodega y regresar
con una bolsa de S/. 0.50 de aceite, y sal, abundante sal y azúcar, para evitar
la deshidratación pero que contribuye a la hipertensión. Los doctores del
Ministerio de Salud lo saben, pero no tienen conciencia como para comunicárselo
a la gente más humilde. La inclusión social es una coladera.
Si
el Ministerio de Educación tuviera más respeto por el Perú, primero aprendería
de los pueblos indígenas, y sus comidas. En estos tiempos de comidas sanas, los
conocimientos culinarios de los pueblos
indígenas adquieren una importancia vital. Ya quisieran en USA tener la
posibilidad de comer tan sano como la tradición indígena para evitar problemas
posteriores de salud. Ya quisieran.
Ya
lo hemos dicho en otra ocasión, y lo volvemos a repetir: una campaña de
revalorización de las comidas indígenas para desterrar la discriminación, a
cargo de uno o varios cocineros peruanos de esos que se pasean por el mundo
como triunfadores, tipo Gastón Acurio. Nos ahorraríamos de paso un montón de
dinero del Ministerio de Salud en atender a diabéticos… y se come rico, muy
rico. Un asado o un envuelto en hoja son uno de los manjares más exquisitos que
se puede uno permitir. Ya quisiera la ministra de Educación poder darse el
gustazo de una patarashca, por decir, o un buen masato, de esos hecho con el
líquido del corazón, como se hace en el pueblo kukama y en muchos otros pueblos
indígenas de la Amazonía.
Echemos
una mirada a la biblia. En Corinto los humildes pasaban hambre mientras los
ricos gozaban de todos los manjares. Pablo recrimina esta conducta como
impropia de cristianos. ¿Cómo celebrar la eucaristía en un momento de fuerte
cambio alimentario en los pueblos indígenas? ¿Qué implicaciones para los
pueblos indígenas, y para la
Iglesia ? Quien levantará la voz como el profeta: “¡Atención,
sedientos!, acudan por agua, también los que no tienen dinero: vengan, compren
trigo, coman sin pagar, vino y leche de balde”. Is. 55, 1 Desde el pueblo kukama planteamos una
reflexión profunda de estos temas.
No
es nuestra intención interpretar a los pueblos indígenas, siendo indígena, a
partir del pensamiento occidental, sino de horadar, interrogar, a la filosofía,
al pensamiento occidental con las preguntas que nos planteamos desde el mundo
indígena. De igual modo, tratamos de interrogar a la biblia a partir de los
pueblos indígenas. Y qué puede decir cada uno desde sus tradiciones al cambio
alimentario para acompañar en estos
momentos a los pueblos indígenas. La alimentación de las personas y sobre todo
de los pueblos indígenas no puede depender de nadie más que de los pueblos
indígenas con el consiguiente respeto de la misma. Ejemplos claros que no deben
ocurrir la “MONSANTO”, el Grupo Romero, entre otras.
Desconocemos
lo que cocinaba Rut, la moabita, lo que comiera Pablo en sus viajes por el
mundo conocido entonces, o lo que comiera José en Egipto o Jeremías en
Babilonia. ¿Qué habría estado cocinando la samaritana el día que se encontró
con Jesús en el pozo? ¿Qué habría estado cocinando mi tátara, tátara, tátara,
tátara, abuela para comer en aquellos aaaaaaños en la Amazonía? Más preguntas
podemos hacernos y me encantaría saber la respuesta. Podrían arrojar luz al
cambio alimentario.
El sociodrama de
QALIWARMA (por poner
un ejemplo)
(Marzo 2013 en Nauta)
Actores:
1. Supervisores del programa “Qali warma”
2. Niños de las escuelas
3. Madre de familia
Luces,
cámaras y mentiras…, perdón, es acción.
QW:
hola niños
Niños:
holaaaaa
QW:
comen bien?
Niños:
__silencio___
QW:
digan sisisi, para que les vean en la TV
Niños:
siiiiiiii
Mamá
(salida de la escuela, fuera de cámaras): Señor, a los niños les gusta la
comida, pero no son los alimentos que da Qaliwarma.
QW:
ja,ja,ja,ja
Se
hacen los cojudos y se van. Esa es la historia que veremos en la TV y esa será
la justificación de millones de soles en gastos, para un gobierno que no tiene
ni idea de lo que significa “Inclusión social”
Siempre
será mejor la comida indígena si nos la dejan de contaminar…
Por: Leonardo Tello Imaina
Radio Ucamara
Cel. 965-721585
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